martes, 21 de abril de 2009

Un infierno llamado TUZSA

Domingo. El peor día de la semana para infinidad de jóvenes que estudian fuera de su ciudad natal. No piensen mal, no es por la posible resaca tras los excesos del sábado noche, no. Se trata el estrés del regreso de todos ellos a la ciudad en la que están estudiando.
Todos estos estudiantes (los que no poseen coche) hacen la maleta, marchan a la estación de autobús o de tren, sacan su billete hacia Zaragoza y cuando llegan comienza la gran aventura, digna de Indiana Jones.

Una vez que se sale de la estación, hay cuatro opciones para llegar al núcleo urbano:
-En taxi... lo que supone un gasto desproporcionado para un estudiante corriente.
-En coche... tal vez el estudiante que posea uno prefiriese traerlo a Zaragoza y evitar todos los transportes públicos, pero lamentablemente Zaragoza es la peor ciudad para aparcar de toda España, debido a la falta de plazas para ello. (Si observan los bordillos de las aceras, muchas zonas están decoradas con numerosas pegatinas de la grúa...).
-Andando... es impensable para la mayoría de los mortales que viven en esta ciudad, dada la localización de la estación de Delicias.
-Por lo que sólo nos queda el bus urbano... la opción más recurrida de todas.
Para ello existen los autobuses de las líneas 129, 51 y 34 y de éstos, los más usados son el 129 y el 51.
De ellos el primero llega a la Plaza San Francisco y su frecuencia, según la web de TUZSA, es de 15 minutos. El 51 por su parte, llega hasta Príncipe Felipe y la frecuencia es de 8 minutos.

A simple vista nadie encontraría ningún problema, pero la realidad dista mucho de ello.
El 129 es un autobús doble (¿tal vez para compensar su frecuencia de llegada?), pero ese dato de los 15 minutos es lo más parecido a un chiste que se pueda encontrar en un poste de autobús.
"Estuve veinte minutos esperando y cuando llegué ya había una cola tremenda" nos cuenta una estudiante. "Al final cogí el 51 en la parada anterior, volvimos a pasar por la del 129, ¡y había más de cien personas todavía esperando!".

Sin embargo, el 51 no se queda atrás en cantidad de quejas. En teoría llega a la estación más frecuentemente (aunque esos 8 minutos de nuevo son un chiste barato), pero lo peor es que son autobuses normales. ¿Cuánto costará poner un autobús doble? Podrían ahorrarlo eliminando asientos, dado que la mayoría de gente va con equipaje y no precisamente de mano.
De hecho, cuando la gente sube al bus, éste se convierte en un amasijo de asientos, maletas y seres humanos, todos ellos aplastados unos contra otros entre el barullo de quejas y la voz de la señorita robótica rogando a los pasajeros que pasen a la parte trasera del autobús. Lamentablemente, esa parte está formada por una agrupación de asientos a los que realmente nadie suele conseguir acceder.
¡Benditos aquéllos que dedicaron su infancia a jugar al Tetris!


Ya se sabe el dicho: Dios mío, dame paciencia... ¡¡¡Pero dámela YA!!

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