Llegar al centro comercial Plaza Imperial en autobús es una aventura. Un billete de un euro y medio, y un recorrido de alrededor de treinta minutos, si no dispones de coche, e inicias el trayecto en el paseo de María Agustín, donde comienza su recorrido.
Pero una jornada de compras puede convertirse en tragedia. Sin exagerar. Para volver, y coger el autobús, hay dos opciones. Subir en el monorraíl, gratuito, con una frecuencia entre diez y quince minutos, no recomendable para quienes sufren vértigo, y que, en días de fuerte cierzo, demasiados en Zaragoza, no funciona. ¡Y es la mejor alternativa!
La otra posibilidad consiste en andar, como ovejas descarriadas, para cruzar después la carretera del Aeropuerto, de dos carriles en ambos sentidos, y denso tráfico, sin paso de cebra, semáforo o puente levadizo alguno. Jugándote el tipo, vaya.
Plaza Imperial se convertirá en “Plaza Mortal”. Y hasta que no haya algún atropello, coger el autobús, para volver a Zaragoza, será un dilema: monorraíl o cruce. Entonces, vendrán los lamentos. Pero es algo que se ve venir desde, septiembre de 2008, que se inauguró.
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